24/04/2024: Durante los últimos diez años hemos frecuentado muchos establecimientos con estrella Michelin. Durante nuestra última visita a Madrid, nuestras experiencias gastronómicas incluyeron Ramón Freixa, Smoked Room, OSA y Cebo.
INTRODUCCIÓN
Nuestra velada comenzó con un extraño encuentro. Al llegar un poco temprano, nos encontramos con una puerta abierta que la anfitriona cerró rápidamente. Esto nos dejó afuera, preguntándonos si tal vez habíamos interrumpido una sesión informativa para el personal. Después de una espera de seis minutos llena de anticipación, tomamos la iniciativa de entrar, solo para encontrarnos con el personal esperando nuestra llegada. Un comienzo peculiar, por cierto.
Nuestra solicitud de una mesa de esquina aislada fue atendida, pero no sin sus propios desafíos. Ubicado junto a la bulliciosa entrada de la cocina, el movimiento y el ruido constantes eran menos que deseables. Una solicitud de reubicación fue gentilmente atendida, lo que nos llevó a un lugar sereno que cumplió con nuestras expectativas iniciales.
ALIMENTO
El aperitivo puso un listón alto, cada bocado más tentador que el anterior, e incluye:
Pastelito de lechuga con yema de codorniz curada, anchoas y hojas ácidas.
enebro, martini de lichi especiado y coco.
Pan de cristal, tomate ibérico y butifarra de Vic.
"Calçotada": romesco crujiente con cebolleta catalana asada.
Sopa fría de invierno: cebolla, pan y tomillo.
Cevit de perdiz roja con col.
Los panes eran absolutamente increíbles, un testimonio de la herencia panadera de la familia.
Sin embargo, a medida que avanzaba la comida, los platos siguientes no lograron ascender más allá de lo común.
El guisante del Maresme, el ragú de setas de primavera y la salchicha negra española eran normales para un restaurante de esa escala.
El más decepcionante fue “El lujo de la sencillez: Lubina asada con guiso de marisco, judías blancas "del País Vasco" y coles de Bruselas". Mucho más sencillo que lujoso.
El “cochinillo ibérico” estaba bueno pero tampoco destacaba.
El mejor plato fue la "sopa de gambas y velouté", que realmente me pareció el plato más autóctono.
SERVICIO
La visita personal a la mesa del chef Ramón, si bien fue un gesto encomiable, no se ejecutó correctamente. Un acercamiento inoportuno durante nuestro aperitivo provocó un intercambio incómodo, con la presencia del chef acechando mientras terminábamos apresuradamente nuestros bocados. La interacción se sintió apresurada, carente de la calidez y hospitalidad que transforma la cena en una experiencia.
Si bien el servicio en Ramón Freixa fue impecable en su ejecución de los estándares de las estrellas Michelin, carecía de la hospitalidad sincera que eleva una experiencia gastronómica de buena a inolvidable. El personal cumplió sus funciones a la perfección, pero había una palpable ausencia de calidez. Parecía como si cada interacción estuviera escrita, eficiente pero impersonal, similar a ser atendido por el más sofisticado de los robots. En el mundo de la buena mesa, no se trata sólo de servir comida; se trata de crear una experiencia, y eso incluye fomentar una conexión que se extienda más allá del plato.
SERVICIO DE VINO
Nuestra experiencia con el servicio de vinos en Ramón Freixa fue notablemente menos atractiva que la que hemos encontrado en los mejores restaurantes de Barcelona. Allí, los sommeliers escucharon atentamente y combinaron con precisión los vinos según nuestros gustos. Por el contrario, en Ramón Freixa, los sommeliers parecían reacios a aventurarse más allá de una selección estándar, perdiendo la oportunidad de mejorar nuestra comida con opciones personalizadas. Este déficit fue particularmente notable dadas las dos estrellas Michelin del restaurante, que establecieron una expectativa de servicio excepcional.
VALOR
En un ámbito donde la comida exquisita a menudo tiene un precio superior, Ramón Freixa se destaca por su valor excepcional. El precio no sólo es razonable sino también accesible, lo que hace que la experiencia culinaria de alta calidad esté disponible para un público más amplio.
Veredicto final
Es un lugar al que probablemente regresaré y recomendaré a otros, aunque no es un destino que exija un viaje dedicado. Tal como está, encarna la esencia de un establecimiento de dos estrellas Michelin, con margen de mejora en el servicio y la selección de vinos. Con algunos ajustes, particularmente en la elaboración de un menú que impresione constantemente, Ramón Freixa tiene el potencial de ascender a una experiencia de cinco estrellas.
21/04/2024: Ha sido un regalo de nuestros hijos, no podían haber acertado mejor, el coche lo dejamos en la puerta del restaurante, hay un encargado que se queda con las llaves, pasamos a un espacio elegante y tranquilo en pleno centro de Madrid, y elegimos el vino, a continuación nos empiezan a obsequiar con unos entrantes que hacen que los sabores exploten en tu paladar y detectes cada ingrediente disfrutando de todo el sabor, una cata de panes con aceite de oliva escanciado, sal marina, pimienta molida y mantequilla, luego los platos principales, la lubina deliciosa pero para mi gusto la salsa, que estaba muy rica, le restaba sabor al pescado, el cochinillo espectacular y aquí me sobraba la salsa fría de frutas, que estaba muy buena pero me enfriaba y me restaba sabor a la carne, los postres variados y originales, pero después de toda la comida entraba a duras penas.
Una experiencia que hay que disfrutar al menos una vez en la vida, merece lo que se paga.
Gracias al equipo