Zalacaín en Madrid

Le podría más estrellas, nunca he comido así. Es comida exquisita, deliciosa.

Una agradable sorpresa y un muy buen rato.

Desde la encantadora Charlotte que nos recibió, a la despedida de Luis, todo estuvo espectacular. El "Don Pío" es probablemente el plato más refrescante que he probado nunca. Todos los canapés que nos ofrecieron por cortesía estaban buenísimos, el bacalao terragorri especialmente sabroso y el Wellington, perfecto de punto. Especialmente ricas las patatas tan ligeras de acompañamiento. Crujientes y suaves, a la vez. Los vinos muy cuidados como se esperaba. Los postres, deliciosos. La crema de chocolate era intensa e iba perfecta con el helado que la acompañaba. Con los cafés nos sirvieron unas pastas buenísimas y delicadas junto a una teja almendrada muy grande de la que no quedó nada. El ambiente es acogedor y muy cómodo. La decoración con líneas sencillas y dejando muchos espacios. La vajilla, preciosa y se agradece la distribución para comer con privacidad. El hilo musical estaba a un volumen bajo, lo que permite conversar sin problemas y no escuchar nada de las mesas de al lado. Un 10 de restaurante!

No se puede pedir más, la comida excelente, el ambiante íntimo y lo mejor el servicio, no te pueden tratar mejor sin duda.

Además de todo lo que se espera normalmente, grandes conversaciones con el Maître y el sumiller. De diez.

Zalacaín es un restaurante de visita obligada para el que gusta de platos castizos. Además, dispone de muchas opciones que pueden sorprenderte. Algo tan "sencillo" como el suflé de patata nos dejó maravillados a mi pareja y a mí. Primer restaurante madrileño en tener una estrella Michelin, puso a Madrid hace ya años en el mapa gastronómico. Tras una etapa complicada, Zalacaín sigue ofreciendo un servicio TOP y una calidad exquisita en todos y cada uno de sus platos. Si eres amante de los callos, debes probar los suyos. Realmente todo lo que probamos nos fascinó por lo que esperamos volver regularmente a este fantástico lugar. Mención especial para el equipo de sala. Trabajan al unísino, son educados, corteses y exquisitos en el trato. Un lujo

Un clásico en todos los sentidos

Un restaurante pendiente en mi lista desde hacía años, antes ya del cambio, que cumplió las altas expectativas. Los aperitivos realmente acertados, la oferta de medias raciones al gusto del comensal tratadas de forma formidable por parte del maître (con el fin de probar más platos), destacaría, sobre todo, la lasaña de hongos y foie gratinada al champagne, el lenguado sobre colmenillas a la crema y salsa de albahaca y los INDISPENSABLES callos de Jorge Losa; probablemente los mejores que he comido en mi vida, siendo un ferviente amante de los mismos. La carta de vinos amplia y diversa. El servicio acorde al nivel ofrecido, como debe ser. Tenía ganas de conocerlo y ahora de volver.

Absolutamente maravilloso. Muchas gracias a Íñigo Urrechu y a todo su increíble equipo de profesionales por mantener la esencia de un lugar emblemático. 100% recomendable.

Excelente experiencia. No sólo la comida es una obra de arte... el servicio de su personal es inmejorable, respetuoso, amable... maravilloso!