Parador de Benavente. Restaurante Condes Pimentel en Benavente

Un lugar de encanto, historico, situado en la mota. Muy agradable, con parking, buenas vistas. Precio justo para un parador.

Conocido como el Castillo de la Mota de Benavente, se trata de una fortaleza construida en el siglo XII tras la repoblación cristiana de Fernando II, alcanzando gran importancia, llegando a ser escenario de las Cortes del 1202 y el lugar elegido para celebrar la unión de los reinos de León y Castilla en la persona del rey Fernando III. Posteriormente, en el siglo XIV pasaría a manos del señorío de los Pimentel, los cuales se encargaron de ampliar y remodelar el castillo, convirtiéndolo en su residencia palaciega. En el siglo XIX sufrió un grave incendio por las tropas francesas durante la Guerra de Independencia, sufriendo graves daños y quedando en ruinas. Desde el año 1972 alberga en su interior el Parador Nacional de Turismo de Benavente. De la estructura original del castillo únicamente se conserva la conocida como Torre del Caracol, construida en el siglo XVI por el V Conde de Benavente para albergar la armería del recinto, presentando planta cuadrada con garitones cilíndricos en sus angulos, con una estética que mezcla elementos de los estilos gótico y renacentista. En su interior destaca el artesonado mudéjar procedente del desaparecido Convento de San Román del Valle

Ubicado en el torreón del antiguo castillo de Benavente demolido por Napoleón. Impresionante construcción, con unas vistas inmejorables. Un servicio y una atención fantásticos.

Paramos a comer y quedamos muy satisfechos. Comida tradicional de la zona bien cocinada y regada con vinos de calidad. Lo mejor es el servicio, personas amables y complacientes ya con más de 50 años y una gran profesionalidad.

Sólo fuimos a comer un grupo de amigos y fue como otros paradores, no hay nada que destacar

Llamé para reservar alojamiento unos 20 minutos antes de mi llegada. Registro fácil y habitación encantadora y cómoda con una gran sala de estar y baño. Estaba bastante cansado, así que después de un corto paseo por la ciudad y unas copas de vino en el bar del hotel, me dirigí a un sueño reparador. Originalmente había planeado comer en el restaurante, ya que el menú tenía buena pinta. Al despertarme renovado, tomé un excelente desayuno antes de partir.

Hemos estado hospedados un par de noches y hemos estado muy a gusto. Como es habitual en Paradores, todo el personal muy amable y atento, especialmente con nuestra hija de 4 años. La habitación fabulosa; muy espaciosa, baño reformado recientemente amplio y muy cómodo. Los espacios comunes acogedores y agradables (sólo se echaba en falta no poder disfrutar detenidamente sentándose o tomándose algo en la torre del caracol -únicamente podía visitarse-). Comimos en el restaurante, y nos gustaron los platos; tanto durante la comida como en el desayuno, buen servicio y bien atendidos. Muy recomendable y buena relación calidad-precio.

Hemos parado a tomar algo y nos ha encantado, súper atentos los camareros la cafetería preciosa

La comida estupenda, el servicio a tiempo; un plato tras otro sin esperar. El personal fantástico como en la mayoría de Paradores, son amables, educados y profesionales. Cuando duerma ahí les dare mi opinión. Lo único dificultoso es llegar al Parador!

El parador es muy bonito, nos decepcionó la calidad del servicio ( comida de una boda), habíamos estado en otros paradores y esperábamos más de paradores