Fogar do Santiso en Teo

Cómo siempre atención y comida buenísima. La chica que nos atendió encantadora.

Atención espectacular, buena comida y lugar alucinante

Comimos croquetas, calamares, empanada y churrasco. Todo muy rico y un servicio bueno y rapido. De postre cafe de pota y un mouse de queso espectacular

Probamos varias cosas, lo mejor el chuletón, las croquetas y el pan. El pulpo ahí ahí y las albóndigas tampoco eran algo del otro mundo. Por lo demás, atención buena, con buenas explicaciones y pendientes de todo, el lugar a nivel ambiente es muy bonito y bastante acogedor tras una vuelta por Santiago ir allí a comer es buena opción. Los postres caseros muy buenos y la cerveza que elaboran ellos igual.

La verdad que pensaba que iba a comer mucho mejor, llegamos sobre las 3.30, estábamos solos y tuvieron el detalle de esperarnos hasta menos cuarto cuando la cocina cerraba a las 4. Fueron muy rápidos con la comida, pero el pan la verdad me pareció algo duro y he comido mucho pan de pueblo, la berenjena muy rica, de lo mejor. Las patatas fritas ricas, se notan que son cortadas a mano y no de bolsa. La pizzeta sin más, muy rico el queso de la misma. El chorizo rico, sin destacar y el trío de corquetas rico también. Me defraudó el Chuleton, que pensé que tendría más sabor, pero sin más. Luego de postre la tarta de queso muy rica.

Muy buena comida y bastante buen precio también. Rapidez y buen servicio. Las croquetas de chipirones las mejores. La hamburguesa también muy buena. Y finalmente, el postre de mouse de queso y chocolate espectacular.

Lugar singular con mucho encanto. Comimos en el exterior bajo un galpón en mesas y bancos de madera, no es muy cómodo pero la experiencia vale la pena. Un fallo muy importante que le vimos es que en una zona de paso constante de clientes y camareros el tejado estaba tan bajo que si era necesario agacharse para no llevar un buen golpe. La comida correcta, las raciones no son grandes, pero en general nos gustó, quizás lo que no volveríamos a pedir sería el pulpo a la brasa que no nos gustó. Probamos varios postres, el que más nos gustó fue el mousse de queso. Tiene parque para los niños. La atención es un poco caótica, es muy grande y cada camarero tiene una tarea, solo había uno que tomaba comandas y andaba a mil por hora por lo que era difícil conseguir pedir. En general nos fuimos muy contentos, lo recomendamos.

Fue una visita de luces y sombras. El camarero que nos tomó el pedido era bastante apático, incluso tirando a borde, sin el más mínimo interés en hacer recomendaciones ni responder dudas. Para eso es casi mejor un quiosco del McDonalds, que al menos tiene fotos... No hay cobertura de datos móviles, con lo cual es bastante difícil ver la carta con el QR. Hay que conectarse a una WiFi que tienen (sin internet) pero que deja ver la carta, aunque no funciona muy bien la verdad (todo esto ensayo y error pues no te lo comentan ni pone en ningún sitio), y eso que la persona que toma notas vino 3 veces a ver si ya sabíamos perocno dijo nada ni nos ofreció una carta física. Luego llegaron los primeros platos: un ratatouille que se quedó allí, y un pulpo con grelos que son unas patas sin cortar lavadas (ni sal ni pimentón) y unos poco grelos cocidos que sinceramente no sabe a nada. Menos mal que luego llegó el churrasco (muy bueno) y los calamares en tempura, sorprendentemente muy ricos. Las croquetas para los niños gustaron, y lo mismo con la salchicha (que viene siendo un chorizo criollo de toda la vida). El sitio sigue estando bien para llevar a gente de fuera, es pintoresco y se puede comer, pero te queda mal sabor de boca por la atención y algunos platos que no se si es que quieren ser cool y que acaban siendo un bluf, cuando tiene comida típica normal y corriente muy rica.

Lugar muy bonito y especial. La comida casera y típica. La berenjena con queso de otro mundo, riquísima.

Me decepciono, fui a ver una queimada, la comida regular, al menos el pollo a la parrilla parecia cocido, el local precioso y el trato bueno.