Típico bar de pueblo reconvertido en kebab. La ambientación del bar es mala, no han invertido en que sea más agradable. Es mejor pedir la comida para llevar y comerlo en otro sitio. Siempre hay una bicicleta aparcada en la puerta que la usan para los pedidos a domicilio, que por cierto son muchísimos más que pedidos de comer en local.